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L’èxit Espanyol En Trasplantaments, Explicat Pels Seus Responsables

L’èxit espanyol en trasplantaments, explicat pels seus responsables

EL PAIS
Murcia
30/09/2019

Media hora de atención a las noticias puede empujar a cualquiera a la misantropía y la desesperación. Las personas son egoístas y estúpidas y en la vida queda poco más que ponerse a cubierto. Sin embargo, la vida real está llena de motivos para matizar el dramatismo y existen algunos lugares en los que hasta el más cauto puede dejarse llevar por el optimismo. Uno de esos sitios fue hace unos días Murcia. En una ciudad recién castigada por las lluvias torrenciales que azuzaron una solidaridad excepcional, se reunieron los coordinadores de trasplante de los hospitales españoles en su congreso nacional. En su edición número 34 tuvieron la oportunidad de conocer los últimos avances de una disciplina que hoy es ya uno de los tópicos positivos de España.

Cuenta Rosario Pérez Beltrán que hoy la conciencia en torno a la donación es enorme, pero que no siempre fue así. “Hace años, te acercabas a una persona a la que se le acababa de morir un familiar y te podían mirar mal y decir que no era el momento”, explica la coordinadora de trasplantes del hospital de Basurto, en Bilbao. Ahora, se dan casos en los que, por no haber aceptado la muerte de ese familiar, se produce un rechazo, pero no es lo más normal. Cerca del 90% aceptan donar y España lidera gran parte de los indicadores de esta parte de la medicina en la que la pericia de los cirujanos no sería nada sin la generosidad de quienes ceden sus órganos o los de sus familiares fallecidos. Para muchos, como quienes son víctimas de enfermedades terribles, como la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), “donar es una revancha” y una forma de dar cierto sentido a su tragedia sabiendo que van a dar vida a otros, añade Pérez Beltrán.

En España, se registraron el año pasado 2.241 donantes de órganos, lo que permitió realizar 5.321 trasplantes, 3.313 de ellos de riñón, 1.230 de hígado, 321 de corazón y 369 de pulmón. Y las cifras han seguido mejorando, pese a algunos cambios sociales que redujeron la disponibilidad de órganos. Hace unos años, recuerda Pablo Ramírez, coordinador de trasplantes de la región de Murcia y organizador del congreso, cuando en España morían en accidente de tráfico más de 4.000 personas al año, el 50% de los órganos procedían de esas personas, muchas de ellas jóvenes. “Ahora, por suerte, mueren muchísimas menos personas en estos accidentes y suponen menos del 5% de los donantes”, apunta.

Beatriz Domínguez-Gil, directora de la Organización Nacional de Trasplantes, señala que en España los donantes se encuentran en la séptima, la octava e incluso la novena década de vida. Esta ampliación de la edad de donación, en la que el sistema español se encuentra en la vanguardia, hace que a veces se pueda utilizar un porcentaje menor de órganos. El páncreas o el corazón no suelen ser útiles cuando vienen de personas muy mayores, pero la posibilidad de aprovechar la generosidad de donantes mayores aumenta el número total de órganos trasplantados. “Si EE UU tuviese nuestra filosofía, podría realizar 6.000 trasplantes más al año”, indica Domínguez-Gil.

Ante el descenso de algún tipo de donantes, como el de los accidentes de tráfico, los coordinadores de trasplantes han buscado nuevas opciones. Lucía Elósegui, coordinadora de trasplantes de Gipuzkoa, explica cómo comenzaron a aprovechar los órganos de donantes con enfermedades neurológicas, un caso particular porque en algunos casos no son los familiares sino los propios enfermos los que deciden que van a donar sus órganos. “La primera vez que tuve un paciente con ELA [una enfermedad neurodegenerativa que acaba paralizando al paciente, pero que en muchos casos mantiene sus capacidades intelectuales más o menos intactas hasta el final] fue él mismo el que tocó a mi puerta para decir que quería donar”, señala. Para Elosegui, en una opinión que comparte con muchos de sus compañeros, la donación es una herramienta para hacer mejor el duelo. “Nosotros trabajamos para ayudar a los pacientes y a los familiares a asumir mejor la muerte”, continúa. “No trabajamos para conseguir un órgano, el primer objetivo es ayudar al donante o a su familia”, coincide Pérez Beltrán.

Otra forma de ampliar el número de donantes posibles ha sido la aplicación de técnicas como la ECMO de forma portátil. Este sistema de circulación extracorpórea permite oxigenar y mantener calientes los órganos después de la muerte para que no se deterioren. Juan José Rubio, coordinador de trasplantes del hospital Puerta de Hierro de Madrid, explica que “este tipo de tecnología solo está al alcance de los hospitales que hacen cirugía cardiaca”. Ellos han creado un equipo capaz de llevar esta tecnología a hospitales más pequeños de forma portátil.

 

El mismo equipo del Puerta de Hierro aplicará en las próximas semanas otra novedad que permitirá aprovechar más corazones de personas que mueren después de retirarles el soporte vital. Antes, en estos casos se podían aprovechar otros órganos, pero no el corazón. Ahora, se esperarán cinco minutos para certificar la muerte y después se recuperará el corazón con un impulso eléctrico. “En cuanto llegue un caso estaremos preparados para hacerlo”, apunta Rubio.

El coste de los trasplantes, que pueden superar los 60.000 euros en el caso del hígado o acercarse a los 70.000 en el caso de pulmón, se justifica según los coordinadores por la gran cantidad de años de vida que producen estas intervenciones. “Yo tengo una paciente trasplantada de hace 30 años, que acababa de dar a luz, y hoy ya tiene nietos”, señala Ramírez.

Pese a la búsqueda de nuevas técnicas y nuevos donantes para ampliar el número de órganos trasplantables, la directora de la ONT considera utópico pensar en cubrir la demanda de órganos, porque cuando hay más órganos se amplían los criterios y los posibles receptores de trasplante. Entretanto, la comunidad de coordinadores de trasplantes sigue intentando mantener un éxito que muestra las posibilidades de cooperación en un país diverso. “El 25% de los trasplantes se realizan con órganos que proceden de otra comunidad autónoma y es destacable el nivel de donación de las personas migrantes, que donan incluso más que los españoles, porque saben que también ellos reciben”, concluye Ramírez.

 

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